Ana Rappoport es ingeniera química dedicada al tratamiento de agua y efluentes, trabaja en una empresa que se encarga de diseñar y fabricar soluciones para el tratamiento del agua y aire basados en el cuidado del medio ambiente. Actualmente cursa la Maestría en Ingeniería Sanitaria en la Universidad de Buenos Aires.
En una entrevista con el Ministerio de Educación de la Nación cuenta por qué decidió seguir una carrera técnica en un ámbito liderado por hombres: “De chica siempre tuve facilidad y me gustaron las ciencias exactas: matemática, física, química. Algunas carreras tienen más proporción de hombres, pero con el tiempo se está nivelando. Por suerte, a cada vez más mujeres nos interesan las carreras técnicas y nos animamos a estudiarlas. Si seguimos así, en unos años vamos a lograr el equilibrio”, comentó.
Con respecto a la condición de mujer expresa que: “La diversidad siempre aporta. Cuanto más heterogéneo es un equipo de trabajo, más enriquece. Hoy en día, las mujeres somos minoría, y tenemos mucho para aportar en ese sentido. Además, las chicas que nos dedicamos a esto solemos tener especial vocación”.
La experiencia como testimonio y como aprendizaje
Las palabras de Ana Rappoport son un importante testimonio en primera persona de los cambios que atravesó y está atravesando la Educación Técnico Profesional en relación a temas de géneros, y aportan una mirada fundamental que revindica a la mujer en la técnica.
La incorporación de la perspectiva de género es hoy una línea de trabajo prioritaria para el INET y resulta fundamental conocer distintas voces que dentro de la modalidad puedan hacer esto posible.
Historias como las de la ingeniera Ana nos ayudan a pensar y derribar ciertos mitos que siguen vigentes en la educación técnica: las capacidades y el rendimiento no tienen que ver con el sexo de los alumnos/as. Éstas son caracterizaciones socialmente construidas, relacionadas con lo que tradicionalmente las sociedades distinguieron y reprodujeron en los roles de géneros. En ningún ámbito, y menos en la educación, podemos seguir pensando que hay tareas “para mujeres” y otras “para varones”.
La necesidad de sortear estos prejuicios y desigualdades resulta urgente, y desde el Ministerio de Educación de la Nación se impulsa desterrar la histórica idea de que “la técnica es para varones”, que aún persiste en muchas escuelas, directores/as, y en muchas familias al momento elegir escuela secundaria. Derribando estos estereotipos de género, se busca que más mujeres entren en las Secundaria Técnica para construir un espacio educativo más amplio, diverso e inclusivo.
Para más información: Equidad de géneros en la Educación Técnico Profesional
Notas relacionadas
«Mariana Varela, una chica tecnológica que se formó en un escuela técnica»