“Cuando yo era alumna, no había baños para mujeres¨, cuenta Mariela Fiorillo, docente de taller de la Escuela de Educación Secundaria Técnica N° 08 “Jorge Newbery” de La Matanza (Provincia de Buenos Aires).
“¡Cuando fui a comprar el overall para los talleres, resultó que el talle más chico era como 5 talles más grandes que yo!”, comenta Giselle María Valeria Volpe -hoy jefa general de Enseñanza Práctica de la Escuela Técnica N° 31 “Maestro Quinquela” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Si bien ahora todas las escuelas secundarias técnicas tienen baños para mujeres y en el mercado se pueden conseguir overall para chicas, todavía persisten desigualdades entre mujeres y varones en la educación técnica.
Aunque la matrícula femenina ha estado estable en los últimos años, las mujeres aún siguen siendo menos en cantidad (215.299 frente a 446.152 varones, según el estudio “La ETP en cifras 2017”). Es decir, que representan el 33% de la matrícula.
El Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación está implementando diferentes acciones para revertir esta desigualdad.
«Las mujeres en la técnica», afirmó el ministro Alejandro Finocchiaro , «aportan un valor fundamental para derribar estereotipos y construir un país con igualdad de posibilidades para todos».
Este año, a través del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), ha creado una Comisión con el objetivo de incorporar la perspectiva de género e incrementar el número de mujeres en la Educación Técnico Profesional (ETP).
Entre sus acciones, la Comisión de equidad de género en la ETP organizó una jornada de capacitación laboral, destinada a todos/as los/as integrantes del INET. Coordinada junto con el equipo del Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI), se trabajó sobre lenguaje, normativa y herramientas para mejorar la equidad de género en el ámbito laboral. Además, coordinó junto con docentes de Provincia de Buenos Aires, el Primer Encuentro de Mujeres en la Educación Técnica dirigido a las estudiantes de escuelas técnicas de La Matanza. Durante dos días, alumnas de diferentes especialidades técnicas debieron resolver una problemática por equipos. Con este encuentro se buscó fomentar y visibilizar las destrezas y los conocimientos adquiridos con el fin de motivar la continuidad de las mujeres en el ámbito de las tecnologías, como futuras estudiantes de carreras tecnológicas o como futuras trabajadoras en la industria de las tecnologías.
Asimismo, esta Comisión llevó a cabo un Seminario sobre género y educación técnica. Durante toda una jornada, docentes y directivos de todo el país dialogaron sobre la desigualdad entre varones y mujeres en las escuelas secundarias técnicas, sobre la inserción laboral de las egresadas, sobre la aplicación de la ESI en las instituciones de la modalidad. Además, estudiantes de la Escuela Técnica N 1 de Tigre compartieron su experiencia de tener un baño mixto.
Por otro lado, a través del Fondo Nacional de Investigación de Educación Técnico Profesional (FoNIETP), el INET está desarrollando un estudio sobre “Género en el equipo docente y directivo de las escuelas secundarias de ETP”. Con el mismo se espera contar con información para diseñar estrategias de capacitación y sensibilización a la comunidad escolar en temas de género, con el objetivo de mejorar el clima escolar, incorporar una mirada transversal en el currículo escolar, y tender a la construcción de la profesionalidad de lo/las futuros técnico/as.
Acortando brechas y derribando estereotipos
Con estas acciones, la cartera educativa nacional se propone mejorar las brechas de género, así como también modificar la “cultura masculina”, derribar los estereotipos históricos vinculados a los “roles masculinos y femeninos” que persisten en la ETP, al mismo tiempo que tener en cuenta las necesidades en las condiciones de infraestructura, para que sean accesibles y equitativas tanto para lo/as estudiantes como para lo/as docentes y directivos.
Más datos sobre varones y mujeres en la educación técnica
La brecha es aún más profunda en algunas especialidades como Electromecánica o Electrónica y Energía, que todavía tienen mayor inscripción masculina (88% frente a 12% de mujeres). En Construcción e Informática, si bien la diferencia disminuye, las mujeres continúan siendo minoría. En el caso de la especialidad Agropecuaria, la matrícula es casi equitativa (50-50%) aunque cabe aclarar que en algunos casos, los/as estudiantes que viven en poblaciones aisladas no tienen otra opción que las escuelas agropecuarias de la zona. Sólo en las especialidades Química y Administración las mujeres superan en cantidad a los varones; en Química representan el 55% contra un 45% de varones, y en Administración las mujeres llegan al 65% de la matrícula. Estos números posiblemente se deban a que este tipo de orientaciones suelen ser asociadas, en el mercado laboral, con los roles “aceptados” socialmente para el género femenino.
Sin embargo, si bien las mujeres representan a un tercio de los/as estudiantes del nivel secundario, es importante resaltar que son ellas quienes continúan sus estudios postsecundarios en mayor medida que sus pares varones: mientras que el 70% de las egresadas técnicas continúa una carrera post secundaria, este porcentaje baja al 57% entre los egresados varones.
Por otro lado, en las escuelas técnicas más de la mitad de los docentes (61%) son mujeres. Sin embargo, esta proporción no se distribuye de la misma manera en los distintos campos formativos. Las docentes mujeres se concentran en mayor medida en las materias de formación general (61%) y, en un número muy menor, en las áreas de formación científico específica (21%). Por su parte, los docentes se distribuyen fundamentalmente entre los campos de formación técnica específica (41%) y la formación general (30%). Es decir, las mujeres docentes duplican a los hombres en las áreas “menos técnicas” y los docentes varones duplican a las mujeres en las áreas tradicionalmente más vinculadas a la técnica.
Estas desigualdades de la Secundaria Técnica no sólo impactan en la matrícula, en las dinámicas escolares, o en los programas curriculares, sino también una vez terminado el ciclo escolar, en las posibilidades que el mundo laboral ofrece a las egresadas. A pesar de obtener el mismo título, y de obtener la misma capacitación, las oportunidades laborales se ven restringidas para las mujeres, en particular cuando se trata de áreas más industriales. Si bien esta problemática excede al sistema educativo, pone de manifiesto una correspondencia entre la demanda laboral y los estereotipos culturales de género.